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lunes, 19 de agosto de 2019

Reforma Electoral, oportunidad para mejorar y fortalecer. I de II



En días recientes tuve la oportunidad de participar en el Seminario Reforma Electoral en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM.

Compartimos ese espacio para dialogar sobre qué Reforma Electoral es necesaria, ¿queremos una Reforma Electoral que permita fortalecer la democracia y a las instituciones, o queremos exclusivamente una que permita ahorros presupuestales? Ambas cosas, con enfoques muy distintos, se pueden lograr sin alterar el modelo electoral que funciona y está demostrado.

A continuación les comparto una serie de reflexiones sobre aquellos asuntos que deberían ser atendidos en una Reforma Electoral.

1.Hiperlitigiosidad

Desde sus orígenes, la justicia electoral en nuestro país ha mostrado una clara tendencia al incremento de litigios.

Sin duda, este problema tiene diversas causas. Una de ellas es el hecho de que los partidos políticos han encontrado en los tribunales electorales una nueva arena para enfrentarse y disputarse el poder. Es por ello que la hiperlitigiosidad abarca ya todas las etapas del proceso electoral y no sólo la impugnación de los resultados electorales.

Desde mi punto de vista, al utilizar los partidos los medios de impugnación como una estrategia de campaña —más que como medios de defensa—, estamos generando la percepción de que nuestro sistema no funciona.

Otra causa de la hiperlitigiosidad —y paradójicamente ésta sí debe apreciarse como un aspecto positivo— es el incremento de los juicios del ciudadano. Esto refleja que cada día más ciudadanas y ciudadanos recurren a la justicia electoral cuando estiman que han sido violados sus derechos político-electorales.

Una causa más de la hiperlitigiosidad tiene que ver con lo disputado y cerrado de los resultados electorales. Por ello, por ejemplo, en las últimas elecciones federales de 2017-2018 hubo menos asuntos (18 mil 745) que en las elecciones federales de 2011-2012 (19 mil 233), pese a que también hubo elecciones concurrentes en 30 entidades federativas.

Sin duda, en este hecho influyó la diferencia de más de 30 puntos porcentuales obtenidos entre el primer y el segundo lugar de los candidatos a la presidencia de la República.

No obstante, el fenómeno de la hiperlitigiosidad, la función social de la justicia electoral se mantiene estable: resolver los conflictos electorales conforme a Derecho.

La justicia electoral pacifica la lucha por el poder entre actores y fuerzas políticas. Y, además, contribuye a promover en la sociedad la democracia y sus principios, así como los Derechos Humanos en su vertiente político-electoral y la igualdad sustantiva.

2. Reforma electoral abre la posibilidad de disminuir la litigiosidad

La posibilidad de llevar a cabo una nueva reforma electoral permite ahora a nuestro país incorporar nuevos y mejores mecanismos, a fin de resolver la hiperlitigiosidad en la justicia electoral.

Es decir, una reforma electoral es una gran oportunidad para agilizar la justicia electoral, en beneficio de todos quienes acuden a ella en busca de la protección de sus derechos y libertades.

Para que esto sea así, debemos señalar claramente que la reforma debe incorporar mejoras a los dos modelos electorales que existen en nuestro país, es decir, tanto al sistema de partidos políticos, como a los sistemas normativos internos de los pueblos y comunidades indígenas.

No obstante que el sistema de partidos políticos es el punto central de la reforma, no debemos olvidar los sistemas normativos internos. La próxima reforma electoral es una magnífica oportunidad para respaldar a nuestros pueblos y comunidades indígenas en sus demandas de representación política y justicia electoral.

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Mañana, en este espacio, compartiré la segunda parte de esta reflexión.

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