En mi entrada de hoy quiero compartirles una prospectiva que nos permita ver con seguridad, confianza y optimismo el porvenir, gracias a las instituciones electorales que las mexicanas y los mexicanos hemos construido a través del tiempo.
No obstante las dimensiones de la elección y su complejidad, México tiene en estos momentos el mejor diseño institucional de su historia para encarar este reto.
- El Instituto Nacional Electoral (INE) es el árbitro que encabeza y organiza las elecciones, buscando condiciones óptimas y equitativas para la celebración de los comicios.
- El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación califica las acciones de los organismos electorales nacionales y locales, así como de los tribunales electorales estatales, cuidando que se enmarquen en lo señalado por nuestra Constitución.
- Y la Suprema Corte de Justicia de la Nación vigila que las leyes electorales, tanto nacionales como estatales, estén —a su vez— en consonancia con la Constitución.
Estamos hablando de instituciones autónomas, que no participan en la lucha por el poder político, y que por ello puedan fungir como árbitros y vigilantes en las contiendas electorales.
El INE y el Tribunal Electoral son instituciones conscientes de que si a una le va bien, le va bien a las dos. Por eso hemos reforzado la cooperación y firmado importantes convenios para compartir bases de datos, especialmente en el ámbito de la fiscalización, así como para profesionalizar y capacitar más a nuestro personal.
A diferencia de otros tiempos, tenemos instituciones sólidas y preparadas, para atender las eventualidades electorales y dar certeza sobre la voluntad expresada por la ciudadanía a través del voto.
La ciudadanía puede estar segura de que defenderemos sus derechos político-electorales, que garantizaremos que sea su voto el que decida quiénes habrán de gobernarnos los próximos años.
No permitiremos que nadie pretenda meter la mano ni influir en la justicia electoral. Tampoco nadie puede intentar ganar en los tribunales lo que no gane en las urnas.
Será exclusivamente la ciudadanía quienes elijan a nuestros gobernantes y representantes. Las magistradas y los magistrados electorales, por nuestra parte, resolveremos las controversias jurídicas que se presenten ante nuestras instituciones. Actuaremos en todo momento con imparcialidad, independencia, autonomía y apegados a derecho.
Protegeremos el voto ciudadano y demostraremos una vez más que la democracia es el mejor sistema de gobierno, para renovar pacíficamente los órganos de poder.
Finalmente, quiero invitarles a que este primero de julio, que es la mayor fiesta de la democracia, salgan y voten en orden, en paz y libremente. Las autoridades electorales nos encargaremos de ser ejemplo de imparcialidad, honestidad, prudencia y profesionalismo.