domingo, 14 de octubre de 2018

Sin jóvenes no hay democracia

Esta semana tuvimos el honor de recibir en la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación a las y los integrantes de la Red de Jóvenes, para llevar a cabo esta jornada de diálogo y trabajo en torno a la democracia. Hoy les comparto las reflexiones que expresé durante la inauguración del evento.



Sin duda, la democracia es el mejor sistema político y de gobierno para las y los jóvenes, porque es el que respeta su individualidad y su identidad, su derecho a manifestarse y asociarse, su derecho a expresarse y publicar sus ideas, su derecho a votar y a ser votados.

Pudimos apreciar la importancia de la participación democrática de las y los jóvenes en los pasados comicios federales y concurrentes del primero de julio, en los que las y los jóvenes —de 18 a 29 años—representaron el 29% del listado nominal de electores.

Además, en estas elecciones muchas y muchos jóvenes participaron de manera activa, con roles diversos, algunos de alta responsabilidad al interior de las campañas.

Muchas y muchos más expresaron en el debate público no sólo las necesidades y problemáticas de la juventud, sino del país en su conjunto. Adicionalmente, aportaron sus propuestas para la toma de decisiones y las políticas públicas.

También se manifestaron ampliamente en redes sociales y en las plazas públicas, generando así debates y corrientes de opinión.

La democracia necesita la participación constante y permanente de las y los jóvenes para renovarse, fortalecerse y arraigar en nuestra sociedad.


Por eso, en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación buscamos acercarnos a las y los jóvenes, para ser un verdadero Tribunal Abierto.

Somos conscientes de que la democracia debe permear en la relación entre instituciones y la ciudadanía y, por eso, queremos establecer vías para el diálogo con los distintos grupos y sectores de nuestra sociedad.

En una democracia en necesario conocer ampliamente las demandas, inquietudes y aspiraciones democráticas de la juventud.

Como tribunales electorales debemos buscar darles a conocer el sentido y las razones de nuestras decisiones y sentencias, especialmente en aquellos casos que son de interés público. La intención es que tengan herramientas para que las analicen y discutan para darnos su opinión y así retroalimentar nuestra labor como magistradas y magistrados.

Una de las funciones primordiales del Derecho es la de resolver conflictos sociales, en este sentido, el Tribunal Electoral pacifica la lucha por el poder al solucionar —imparcialmente y con apego a las reglas democráticas— las controversias entre actores y partidos políticos; y nuestro deseo es conocer el punto de vista de las y los jóvenes sobre algunos casos concretos que hemos tratado en la justicia electoral.

En el Tribunal Electoral también buscamos hacer una alianza con las y los jóvenes de México, a fin de impulsar los valores democráticos en todo el país.

La democracia no se agota en un sistema electivo, sino que implica un amplio modo de vida. En ese sentido, hay importantes causas democráticas a respaldar en nuestra sociedad, para que México sea un país más libre y más justo.

Debemos impulsar la igualdad sustantiva entre mujeres y hombres, entre jóvenes y adultos, entre personas discapacitadas y no discapacitadas, entre indígenas y quienes no lo son.

Debemos fomentar una cultura del diálogo y la tolerancia, para construir un entorno más respetuoso de las libertades y los derechos de todas y todos.

Además, la ciudadanía debe monitorizar y supervisar que todas las autoridades rindan cuentas de su actuar, a fin de que preserven su mandato democrático en todo momento.

La democracia es idealista como lo son las y los jóvenes y como debemos serlo todas y todos. Un México mejor y más democrático sí es posible, si unimos esfuerzos y trabajamos juntas y juntos para lograrlo.

El destacado politólogo Guillermo O´Donnell señalaba que la democracia siempre está y estará en algún tipo de crisis, pero al mismo tiempo enfatizaba que la capacidad de la esperanza es la gran capacidad de la democracia; una esperanza que nos permite mejorar la libertad, el reconocimiento y el respeto de los seres humanos.[1]


[1] O´Donnell, Guillermo, “The Perpetual Crises of Democracy”, en Journal of Democracy, vol. 18, número 1, enero 2007, p. 9-11.

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